Y para empezar, visto el sitio al que
está dedicado el blog (Italia, por si alguno no se había enterado aún), que
mejor que una de romanos, un clasicazo de los que hacen época. Bueno, en
realidad son dos: “Yo Claudio” y su secuela “Claudio el dios y su esposa
Mesalina”, ambas de Robert Graves. Si queréis saber un poco más sobre la caída
de la anquilosada República y el nacimiento del Imperio estos son vuestros
libros. En ambos el narrador es el propio emperador Claudio que, viejo y
cansado, viendo acercarse el fin de sus días (vamos, que ve que se lo van a
cargar), decide escribir sus memorias. En “Yo Claudio” comienza mucho antes de
su nacimiento, con la caída de la
República y el alzamiento de Augusto, que poco a poco se hará
con el control del gobierno, instaurando el Imperio, y termina con la
proclamación de Claudio como emperador. En el segundo se limita a contarnos los
años de su reinado.
A lo mejor os suenan más por la miniserie
de trece episodios que la BBC
produjo en 1976 y que aún hoy reponen en la tele de vez en cuando, titulada
como el primer libro aunque incluye los dos. Entre los actores, que eran ciento
y la madre, seguramente conozcáis a Derek Jacobi, que interpretaba a Claudio, o
a John Hurt, que hacía de Calígula y que os sonará porque ha interpretado al
vendedor de varitas mágicas en la serie de Harry Potter, al padre adoptivo de
Hellboy, o al malo de “V de Vendetta” entre otros muchos.
Tranquilos que las novelas no son para
nada aburridas, o al menos a mi no me lo parecieron. Son más parecidas a un
culebrón que a una novela histórica convencional, sobretodo la primera. Además
de datos históricos de los de siempre (batallitas, discursos en el senado,
política…) tenéis todos los cotilleos y detalles morbosos que os podáis
imaginar sobre los miembros de la dinastía Julio-Claudia, y creedme, no eran
pocos: matrimonios, incestos, envenenamientos, orgías, destierros, luchas de
poder… Vamos, que comparada con una cena en esa casa la Guerra de Troya era una
berbena de barrio. No hay más que ver el árbol genealógico para darse cuenta
que muy normales no podían salir…
Y todo bastante bien documentado; Graves
utilizó como fuente a autores clásicos que conocieron a los protagonistas o que
tuvieron acceso a fuentes históricas de primera mano (Tito Livio, Tácito y
sobretodo Suetonio con su “Vida de los doce Césares”). Aun así, las fuentes
nunca son del todo fiables y no hay que olvidar que esto es una novela y por
tanto la ficción aparecerá siempre, mejor o peor disimulada, así que no lo toméis
como un libro de historia. Aunque muchas cosas sean ciertas, ES UNA NOVELA.
¿Y qué tienen que ver estos libros con
Grosseto? Y más teniendo en cuenta que es una ciudad de fundación medieval, es
decir, no existía como tal en época romana. La respuesta se encuentra en dos
lugares: la vecina ciudad de Roselle y el museo arqueológico.
De Roselle ya os hablaré más adelante,
sólo os diré que era una antigua ciudad de origen etrusco que se encuentra a
unos 10 kilómetro
al norte de Grosseto y que fue abandonada definitivamente entorno al siglo IX a
favor de la ciudad actual. Durante las excavaciones arqueológicas que se
llevaron a cabo allí en los años 60 apareció un templo, el Augusteo, construido
durante el reinado de Claudio y dedicado al culto de la familia imperial. En su
interior se encontró el grupo escultórico más extenso y de mejor calidad
conocido hasta ahora de estatuas que representan a varios miembros de la
dinastía Julio-Claudia. Hoy es posible verlo en la Sala de las estatuas del
museo de Grosseto.
La sala impresiona. Grande, pintada de
blanco, y llena de estatuas y bustos de mármol de muchos de los personajes no
sólo de la novela sino de uno de los momentos más apasionantes de nuestra
historia. Es como si Medusa (el monstruo mitológico que convertía al que le miraba
en piedra, no el bicho que da por culo en la playa) se hubiera dado un garbeo
por la sala.
La sensación de estar rodeado por el
silencio del museo, sólo, y con todas esas miradas fijadas en ti, miradas
congeladas en el tiempo, es sobrecogedora. Germánico, padre de Calígula y
hermano de Claudio, aparece vestido con la toga y el brazo levantado, en el
momento de dirigirse a los miembros del Senado. Desde un lado, Drusila, su hija
y favorita de Calígula, le mira, mientras que el busto de Claudio parece
observar a sus dos hijos, el niño Británico y la jovencita Octavia. Como ellos,
otras tantas estatuas de hombres, mujeres y niños y cerrando el conjunto, la
pareja fundadora, Augusto y su esposa, Livia, representados como los dioses
Júpiter y Ceres.
| Augusto como Júpiter. |
| Octavia, hija de Claudio. |
| Livia como Ceres. |
Pero este no es el único sitio de por
aquí cerca relacionado con la novela (tranquis que ya corto el rollo). Ahora
cuando un hijo, un nieto o un padre nos toca un poco los cojones, le decimos
que salga a dar una vuelta, pero en la antigua Roma directamente se desterraba
al susodicho, mandándole al culo del mundo o a una isla canija, que en Italia
hay muchas. Pues bien, eso es lo que le pasó a Póstumo Agripa, último nieto
vivo de Augusto y su heredero oficial. No se sabe el motivo por el que el
abuelo se cogió el berrinche con el chaval. Dicen que porque era homosexual y
se pasó de la ralla, otros que fue culpa de Livia, que malmetía… (En la novela
Graves se inventa otro motivo, también bastante morboso). El caso es que en el
año 7 el principito fue desterrado a una isla, de la que no volvería a salir
nunca más porque cuando el abuelo murió en el año 14, Tiberio, el nuevo
emperador y padrastro de Póstumo, le mandó asesinar (si ya os decía yo, una
familia cojonuda).
El caso es que esa isla es una de las
siete que forman el archipiélago Toscano. Se llama Pianosa (porque es plana),
está cerca de la isla de Elba y sí, tendrá unas playas cojonudas y un agua
transparente, pero no deja de ser un pelagartal de 10 kilómetros
cuadrados en medio del mar. Eso sí, el Póstumo se lo montó que te cagas. Se
construyó una villa (una especie de palacete), con sus termas y su teatro que
miraba al mar (porque el destierro no justifica la falta de glamour), y dicen
que no se privaba de nada, con fiestas y orgías llenas de niñatos en pelotas.
El colega acabaría con una espada en la tripa, pero hay que reconocer que
aprovechó el tiempo.
Y hasta aquí el post literario, un
poco largo pero bastante interesante ¿no? Dos libros, una serie, un museo y una
isla, si es que estoy que lo regalo. Los siguientes serán más cortitos,
prometido.



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